Folletos ecológicos

viernes, 20 de julio de 2012

Requiescat In Pace


Se dice que cuando uno está alegre, escucha la melodía de las canciones. Y, en cambio, cuando uno está triste se fija más en las letras para sentirse comprendido.

Se dice que cada que pase algo relevante, un buen bloguero va a su hoja de texto, redacta una entrada y la sube para, ya saben, dejar constancia de lo ocurrido y no perderlo de vista/memoria para futuras referencias.

Se dice que es normal sentirse triste por la partida de seres queridos, invariablemente de su especie, una muerte es una afrenta triste pero que deja experiencias en la vida.

Se dice que llorar es bueno [y lloré], se dice que aguantarlo es malo [mas no lo hice y no lo haré]

Se dice que mendigar atención es para gente que es torpe, débil y blablablá. Por eso que me limite aquí, en Blogger, a compartirles mi pena. No quiero hacer alarde de esto y si necesito hablar con alguien yo personalmente lo haré.

Se dice que la muerte es algo natural. Ya sabes que si naces, debes morir a fuerzas. Constante de la vida: Si “A”, entonces “B”. Si naces entonces mueres.

Y bueno, para no hacerles perder más el tiempo, se murieron mis perritas chihuahua (Serafina y Peque) en un ataque de abejas. Hay un panal en la casa de al lado y hoy amanecí escuchando los ladridos violentos de mis perros. Hicimos lo que pudimos, las llevamos al veterinario, pero el medicamento no sirvió… parecía que sí iba a servir, pero Serafina murió en mis manos. ¿Saben qué difícil es ver que un ser vivo fallezca en tus propias manos? Bueno… espero que no lo sepan y nunca lo experimenten. Es una experiencia bastante fuerte y es de ley que lloras.

Hace una hora aproximadamente, como a las 2:20 pm, fui a un terreno baldío que está por mi casa y con ayuda de mi hermano cavé un hueco en la tierra para una sepultura digna para los cuerpos de Serafina y Peque. Conocí de primera mano el rigor mortis y bueno, antes de retirarme del lugar dije unas palabras en memoria de las dos fieles canes que ahí yacen. Improvisé una lápida con un ladrillo que encontré cerca y bueno, me despedí por última vez.

Pensar que anoche estaban como si nada y hoy ya están, espero yo, en otro mundo mejor. Ustedes saben, ese asunto de la otra vida que el Ser Supremo provee a quienes fallecen terrenalmente aquí en la tierra.

En fin. Todavía hay abejas cerca. Deséenme suerte y ánimos, si no es mucho pedir.

Gracias por leer y con esto dejar vivir a Serafina y Peque en sus memorias una vez más.

Ad Aeternum

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